Maldición

Maldición
HORROR

viernes, 30 de noviembre de 2012

055     El trío de luchadores contra el mal de la bruja Jiang Shi, arribaron al pie de las montañas que se alzaban a varios kilómetros de la ciudad. El monje Lo se aprovisionó de una vara y una linterna facilitadas por el comisario que tenía dentro de su automóvil. Este a su vez se llevo el reflector de luz . Por su parte la inspectora Gabriela llevaba una pistola con agua bendita. Los tres comenzaron a subir la empinada cuesta.
   Gabriela le preguntó al comisario:
—Has pedido que vengan un equipo de bomberos ¿Para qué?
—Este reflector de luz, que me entregó el Dr. Martín, incinera a los hijos de la bruja. Estas montañas están llenas de árboles y se podría producir algún incendió.  Lo hice como prevención.
—Me parece bien. Es prudente ,Comisario. Esperó que tengamos tiempo actuar antes que lleguen ellos.
—Eso esperó porque esto es peligroso para ellos. Hay que estar atentos porque pueden atacarnos desde cualquier sitió.
   El monje Lo seguía caminando al frente alumbrando el camino.

   Luego de veinte minutos de ascender, llegaron a una explanada en la cual se abría la boca de cueva.
   El monje se puso a mirar por el suelo de los alrededores y les comunicó a sus compañeros:
—Aquí tenemos huellas de pies descalzos y también huellas de lobo... También hay huellas de botas.
   El Comisario le dijo:
—Parece que tenemos una zona de mucho transito aquí.
   Gabriela comentó:
—¡Pueden estar en la cueva en este momento!
   El Comisario Hernández se ofreció:
—¡Yo entraré! Ustedes esperen aquí por si aparecen algunos.
   El monje Lo le dijo:
—Llévate contigo la linterna. Aquí hay bastante claridad por la luna.
   El comisario tomó la linterna y se introdujo dentro la caverna.
   El comisario avanzaba con cuidado. Mirando a cada esquina de aquel tenebroso lugar.
   En la oscuridad de la gruta brillaban unos ojos amenazantes que lo observaban ocultos en las sombras al comisario.
    Pronto un gruñido alertó al comisario que reviso iluminando la zona. Un lobo salió a trancos dando  saltos hacía él, con los colmillos afuera. Y el comisario accionó el rayo de luz del reflector, que lo encendió al animal como una cerilla al frotarse, al darse contra la luz.
     El comisario tubo que esquivar a la antorcha que se le venía encima.
   Allí se dio cuenta lo efectivo que le resultó el inventó del Dr. Martín; y dejando atrás aquella hoguera, se interno más.
   Más otro zombi se dispuso a atacar trepando con agilidad y rapidez por las rendijas de la pared rocosa para no ser visto.
   Y desde arriba se lanzó sobre el comisario para caer sobre él.
   El golpe que le dio le arrebato el reflector al comisario. Y el zombi por el cuello se le prendió con una furia diabólica con el deseo de matarlo. Como un animal luchando por sobrevivir.
   El comisario uso entonces una técnica de defensa personal que aprendió con sus prácticas de karate. Se tomó las manos y ejerció palanca.

    Y luego se giró. Se soltó del ahorque y un brazo le tomó. Y como el zombi gruñía, la linterna en la boca se la metió.
    El comisario se soltó y luego le dio un gran empujón, para el poder agacharse y recoger el mango del reflector, para apuntarle a la espalda y dispárale un flash. El zombi al segundo ardió; y en una nueva hoguera se convirtió.

    Afuera, el monje Lo y la inspectora lo esperaban. Y el humo que empezó a salir desde dentro de la gruta les llamo la atención. Así descuidaron sus espaldas.
   Gabriela fue tomada por la espalda por una zombi mientras otro zombi se acercaba para atacar. El monje Lo, blandió su bastón poniéndose en guardia.
   Y con un fuerte bastonazo al cuello de la zombi, liberó a Gabriela de aquel abrazó.
    Gabriela se giró toda la vuelta y le descargo el agua bendita en la boca de la zombi que gruñía.

     El monje Lo detuvo con el girar de su bastón al otro zombi que se freno. Para luego golpearlo en las dos piernas y hacer que bese la tierra.
   La zombi que bebió el agua se empezó a hinchar y Gabriela la pateo para que está se ponga a rodar.
   Mientras atrás, subía un grupo de bomberos por la cuesta. El jefe era el mayor , que venía adelante. Todos tenían reflectores en su cascos por lo que se alumbraban mejor.
   El segundo pregunto:
—Seguro vamos bien.
   Y el jefe, respondió:
— Arriba, se vieron luces. Creó que vamos bien.
   Y en ese momento escuchaban un grito de mujer que decía:
—¡Fuera abajo!
   Y al momento vieron que algo rodando caía desde arriba, por lo que se hicieron de lado y la cosa pasó girando.
   La tercera bombero murmuró:
—¿Qué era eso?...¿un tronco?
   El segundo dijo:
—¿Una piedra?
   Y el Jefe:
—Una gorda es la que está cayendo.
   Continuará...

miércoles, 21 de noviembre de 2012

054 Solo cenizas quedaron dentro de la campana; y el Dr. Martín terminó diciendo:
—La luz espectral es similar al rayo solar. Como dice el Maestro Lo, luz yang. Y creó que les servirá para destruir a lo infectos que se encuentren. Solo tiene energía para 20 flashes y tiene un alcance de veinticinco metros.
  El comisario Hernández le dijo:
—Bien. Me lo  llevo. Muchas gracias. Nos servirá.
  El Monje preguntó:
—¿Cómo hacer para dar descanso a animales?
  El Dr. Martín lo tranquilizó:
—Estoy montando otro equipo con el que destruiré a estos ejemplares. No se preocupe.
  El Monje Lo le dijo:
—Después yo volver para ritual taoista. Los animales deber ser tratados con respeto. Mejor no más experimentos.
  Se dio la media vuelta y se apresuró a salir de aquel infierno experimental.
    El comisario y el monje encontraron a Gabriela dormida en el asiento posterior del auto. Decidieron marchar sin despertarla. Se dirigían hacía la ciudad, cuando sonó el radiorreceptor y el comisario respondió:
—Aquí Hernández, ¿que sucede?
   La operadora informó:
—Tenemos desaparecidos en la zona de montaña al este de la ciudad. Una pareja de jóvenes excursionistas , un par de cazadores y también una patrulla de protección civil que ha desaparecido.
—Estoy en la zona justamente. Especifíqueme la zona.
—La zona de grutas blancas.
   El comisario respondió:
—Voy para allá. Manden apoyo de dos patrullas con extintores y un equipo de bomberos. Corto y fuera.
    El monje dice:
—Veo, que estás decidido a atacar el problema.
—Si dejamos que esa zona se llene de esos Hijos de Puta, los tendremos pronto cayendo sobre la ciudad.
   El monje Lo sonrió:
—Un termino profano en tu lenguaje, pero nunca mejor empleado.
 El auto tomó unas rotondas y tomó ruta en dirección contraría.

   En el monasterio, la bruja Jiang Shi, condujo aprisionando con solo dos dedos a la monja Sor María hasta la bodega. Mientras le decía:
 —Tú buscabas a los monjes que fabrican la sangre de Jesucristo.  Púes Yo soy casi de su tiempo, tengo casi dos mil años, y me hubiera gustado conocerlo.  Tal vez  me lo hubiera bebido a él. Pero en China, no sabíamos nada de él en esa época. Luego de mucho tiempo llegaron con tu religión. Los Jesuitas que traían la Biblia de los Judíos y  vuestro Nuevo testamento. ¿Saben lo que hacían tus sacerdotes en China? Eran todos unos falsos. Se montaban a cuanta hembra o los niños que encontraban... Unos ladrones que buscaban los secretos del acero, la pólvora, el papel, la porcelana, las pastas, la fabricación de la seda. Robaban libros con los conocimientos de plantas y anatomía ,que China tenía muy por delante que los occidentales.  Luego salían seudodescubridores, como ese tal Gutenberg  que descubrió lo que en China se hacía desde siglos atrás. Cuando Europa vivía en el cavernas, China estaba ya edad de Bronce. ..Y tú mujer asquerosa, te has quedado en vuestra época medieval. Como lo que llevas puesto.¡Qué asco!
   Sor María protestó:
— ¡Cállate Bruja! Yo soy pura de allá abajo. ¡Y tú una Puta!
   La bruja Jiang Shi se molestó y de un tirón rompió el candado quitándole el aparatoso cinturón de castidad, mientras le respondía:
 —Tú eres peor. Has hecho daño porque te has reprimido... Tú querías pero como no podías, hacías daño al prójimo... No podías sexo. Entonces robabas la inocencia de otras. No pudiste tener hijos; y entonces robabas a las que si podían. Toda una vida de deseos truncados convertidos en maldad. Sor María.
   Y dándole un tirón la dejo desnuda por debajo de la cintura.
   Sor María se cubrió con sus manos.
   La bruja Jiang Shi le dijo:
—Este aparato medieval ya no lo necesitarás más. Y ahora tal vez te conviertas en lo que hubieras debido ser: Una mujer.
   Y lanzó el cinturón de castidad por los aires.
—Ahora te presentaré con mis hijos. Se alegrarán de verte. ¡Chicos les traigo visita!¡Vengan con mamá!
   Y de todos lados , se abrían los barriles y aparecían los monjes absorbidos.
   Sor María giraba la cabeza y se horrorizaba , mientras que Jian Shi le seguía hablando:
—Creó que mis hijos, ahora mismo no deben tener hambre. Han bebido todo el día vino y ahora, a lo mejor tienes suerte y se te cumplen los deseos...Suerte con ellos, pero debo marchar a complacer a todo un monasterio. Aquí hay muchos deseos ocultos del que hay que sacar provecho.
   Sor María le grito:
—¡Maldita Bruja! ¡Te quemarán en la hoguera! ¡Que vuelva la Santa Inquisiciónnnn!
Y los absorbidos se arrojaron sobre ella.
    En las oficinas del Abad, este hacía una llamada urgente a la policía. Sin darse cuenta que tenía a Jiang Shi detrás de él.
— Policía, tenemos a un cura llamado Silvio que está matando gente. ¡Por favor que manden a la Guardia Civil!¡ En el  monasterio hay más de setenta monjes y todos estamos en peligro!
    Jiang Shi le dio un manotazo y le arranco el teléfono de la mano , mientras le decía:
—Tonto. Yo estoy aquí para ayudarte... Que te parece si tú eres mi amo  y yo tu esclava... Haré todo, todo lo que me pidas.
   La bruja lo miró y sus ojos le penetraron dentro de su alma. Y ante su sonrisa, el abad, se quedó como piedra mirando como Jiang Shi se subía al escritorio con el ondular de una loba en celo. Se contorneaba hipnotizando al hombre que llevaba adentro del monje. No se podía resistir.
   La seriedad del  rostro del abad cambio de pronto, y todo se le olvido.
    En la carretera volvía a sonar el radiorreceptor del automóvil policial. El comisario escucho:
—Tenemos localizado a Don Silvio. Está en el monasterio de la sierra. El abad se ha comunicado con nosotros y denuncia asesinatos por su parte. ¿Qué hacemos?
   El monje Lo sugirió:
—Primeros debemos reducir el foco a donde nos dirigimos. Luego iremos para allí. Que busquen al cura Miguel y que lo lleven ante el monasterio. Bendiciendo las  puertas o colocando mis papeles santos lograrán detenerla por un tiempo.
  El comisario repitió sus directrices y siguieron hacía la montaña.
  Gabriela se despertó.
Continuará...


lunes, 12 de noviembre de 2012

053     Sor María no se amedrento por la fuerza y la amenaza de la bruja Jiang Shi. Y ni bien Jiang Shi la miró, Sor María le lanzó un golpe que salió debajo de su manga. Mientras le decía:
—Toma esto.
    —¡Tengo un vatipuño para ti!
   Y la monja le lanzaba otro puñetazo de su artefacto.
   La bruja Jiang Shi reaccionó está vez y lo pudo bloquear. Y girarla para empujar a la monja , desprendiendo todo su vestimenta de un estirón.
      Jiang Shi se rió de su ropa interior en que se quedo la monja, Sor María. Tenía puesto un cinturón de castidad de la edad media hecho de metal, provisto de un candado que lo aseguraba.
   Sor María caía hacia el suelo por efecto del empujón. Pero activando ambos vatipuños dio un tremendo patadón.
   Jiang Shi recibió el impacto y está vez , ella voló. Y la monja ,Sor María, otro puñetazo propinó.
    Pero ante otro nuevo puñetazo, la bruja lo bloqueo.
   Y con una técnica de Kung fu,  la bruja, la estiró hacía ella y le propinó un codazo en la boca a Sor María.
   Sor María se llevo la mano a la boca llena de dolor. Y también quejándose porque se trago un diente .
   Jiang Shi aprovecho ese momento para ponerse en guardia, y abriendo sus piernas, desgarro su falda con la fuerza de sus muslos para ponerse en mejor posición.
    Jiang Shi le dijo:
— No necesitas ese artilugio de metal en tu ingle para protegerte de los hombres. Tu cara es repelente hasta para los demonios del séptimo infierno.
   Sor María se puso como una fiera y accionó los botones de su mandos en las manos para tirarle muchos golpes. Pero la bruja Jiang Shi los esquivaba a todos con sus bloqueos.
   Hasta que esquivando dos golpes, pudo pasar al ataque, en la que la bruja Jiang Shi, se prendió con sus manos como garras a los pechos de la monja. Sor María pegó un grito que traspasó los muros del convento.
—¡AHAAAAAAAAAAAAAAAAiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
   La bruja Jiang Shi la estiró hacía ella, para al mismo tiempo lanzarla con una tremenda patada.
   Sor María giró una vuelta en el aire.
   Y con un golpe seco en el suelo aterrizó.
   Pero la monja era dura. Aún no se incorporaba bien y ya lanzaba su nuevo golpe con su vatipuño.
   Jiang Shi lo bloqueo y con su otra mano ataco con un golpe de canto al brazo extensible de metal, que se partió como un palillo y el extremo del puño se corto.
   La monja Sor María lanzó el otro puño mientras se incorporaba. La bruja Jiang Shi lo cazó en su recorrido y le intercambio una patada.
   Luego Jiang Shi se movió a sus espalda y con su fuerza descomunal le doblo la vara extensible sobre el propio cuello de Sor María.
    Jiang Shi también capturó el otro brazo de Sor María y con un movimiento en pinza sobre su muñecas la tuvo completamente dominaba mientras le decía:
— ¿Así que quieres ver donde están los cinco monjes de la bodega? Pues te llevaré con ellos. Ahora camina vieja gorda, que yo no necesito tomar tu esencia. Tú esencia está agotada y putrefacta. Tú no me  sirves...Tal vez en este convento todavía quede algunos hombres jóvenes que tengan mejor sabor para mí. Ya los buscaré. Pero ahora,¡Camina!

   El comisario Hernández junto con Gabriela y monje Lo, aparcaron frente a la Morgue. El comisario dijo:
—Quiero ver al Dr. Martín. El está empeñado en que esta infección se puede debes a un germen o un virus. Quiere alguien acompañarme.
  El monje Lo le dijo:
—Voy con usted. Pero el Dr. Martín se equivoca, esto no es de eso. Esto es una cosa de espíritus y otras fuerzas.
—Bien. Pero igual quiero verlo.
  La inspectora Gabriela le dijo:
—Yo me quedó. Necesito descansar.
El Dr. Martín los recibió en la entrada y les dijo:
—Hola. Me alegro de verlos. Tengo novedades para ustedes, aunque no pude aislar el agente responsable de está infección. Mis experimentos han encontrado una forma de destruir a los que están infectados...lamentablemente curar no puedo, pues están muertos.
   El comisario dijo:
—Bien veamos lo que tienes.
   El Dr. Los llevo hasta un laboratorio dentro de la morgue y entró. Cuando sus acompañantes entraron se llevaron flor de sorpresa. El monje Lo salió de su siempre calmada expresión, ha quedar con la cara lleno de horror.
   Todo el laboratorio era un zoológico de animales zombis, en jaulas y en cepos para poderlos experimentar.
    El monje Lo ,dijo ofuscado:
—¡Que hacer!¡Esto no está bien! ¡Tú hacer sufrir ha otras almas para parar sufrimiento de otras!
   El Dr. Respondió:
—Mal de pocos curación de muchos. Aparte los animales no tienen alma. Lo dice la ciencia y la Iglesia Católica.
—Taoísmo piensa como Budista, animal si tener alma y tu poder volver a nacer en animal.
—Yo no creó en eso. Y en tal caso, me alegraría de poder servir a la ciencia. Pero no se preocupe, ahora yo empezar ha destruir a estos zombi uno a uno...con este invento.
El comisario le preguntó:
—¿Cómo infecto a los animales?
— Con traspasos de fluidos.
—¿Y los mató?—descreído.
—Evidentemente, mi querido Watson.
   El Dr. Fue hasta un banco que tenía una mochila y un reflector. Lo llevo al otro extremo y se lo enfundo. El monje no quiso acercarse a los animales y se sentó en el otro extremo.
   Un sapo zombi dentro de una campana de cristal estaba sobre la mesada de mármol. Y el Dr. Martín se preparaba como para enfocarlo:
—He creado una combinación de luz ultravioleta y halógenas que simulan la del sol. Miren lo que sucede al exponer a los zombis.
   El pobre sapo se convirtió en una antorcha dentro de la campana.
   Continuará.