Maldición

Maldición
HORROR

lunes, 11 de junio de 2012


031   Esa misma tarde, la Inspectora Gabriela marcaba el numero de su maestro de Hong Kong para hablar con él:
—Maestro Lo, me alegro de hablar contigo. Deseo preguntarle que opina sobre unas muertes extrañas que tenemos aquí … Han aparecido unos cuerpos jóvenes como si fueran viejos. Estaban secos como uvas pasas … luego uno revivir y matar a un Doctor.¿Qué puede ser?
   El Maestro Lo, sorprendido en su templo del Tao le contestaba:
—Decidme. Ocurrir en noche de luna llena.
  Ella solicita por responder:
—Si.
  La voz del Maestro cambio y hablo en su mal castellano:
—Oh, eso muy malo. Yo piensa que poder ser bruja Jing Shi, ahora mover en España. Espíritu malo poder cruzar fronteras sin problema.
—La pregunta sería, ¿cómo sabe que es una bruja y no un brujo? Y ¿Cómo se podría capturarle?
El Maestro Lo le contestó:
—Porque en tradición siempre hablar de bruja. Hay historia de espíritu mujer que busca vida eterna por chí (energía) de otros. ¿Cómo capturar? Muy difícil para hombre normal. Debe ser con técnica de santo. Sino, no poder. Bruja tener mucho poder … Monje taoista conocer técnica.
Gabriela un poco desconcertada le preguntó:
—Sí. ¿Pero yo como conseguir un Monje Taoista por aquí?
   El Maestro le contestó :
— No preocupar. Yo ir en unos días para ayudar. Si no ganar, peligro en infección a todo el mundo.
   Ella quedó contenta por recibir su ayuda.
      Al día siguiente, Hernández y Gabriela se dieron cita en el gimnasio interno de la comisaría, donde se entrenaban los agentes. Allí había una zona en la que había, un tatami, una zona adaptada para las artes marciales . Ambos se encontraron vestidos con sus kimonos de prácticas.
   El Comisario le dijo:
—No se si es buena idea un combate entre nosotros. Creó que no quiero estropear su rostro con moretones, Inspectora.
   Ella le dijo:
—No alarde más Comisario. Y comencemos.
   Ambos se ubicaron en el centro del tatami y se saludaron:
   Luego se movieron con sus guardias en alto. Se observaban y estaban atentos a su rival listos para reaccionar. Luego de unos segundos, el comisario arroja un puño que es bloqueado y luego él sigue con una patada. Gabriela se mueve como una gacela y logra tomar su pierna.
   Al instante introduce su pierna tras la de Hernández y con un desplazamiento este vuela por el aire sin saber que le han hecho.
     Pero Gabriela no deja que el caiga cuando ella misma se deja caer tras Hernández , cayendo sobre su abdomen con su coda. Hernández quedó sin respiración y con desconcierto total.
   Gabriela se levantó rápidamente y esperó que Hernández recuperara el aliento para extenderle la mano y ayudarlo a ponerse en pie. Y le dijo:
—Prefiero, dejar esto y que vayamos a comer algo, Comisario.
   El Comisario se prendió de su mano y le dijo:
—A mi me has quitado el apetito, pero igual te invitó … Para mi basta de práctica por hoy.
   En el pueblo de Don Silvio se llamaba a misa luego  de tres semanas en la que no se había oficiado misa .No se pudo traer a otro sacerdote para que haga los oficios  porque hoy día hay falta de vocaciones  de sacerdocio. Por lo que Don Silvio quería a toda costa ponerse ante sus fieles. 
    Antes de empezar la misa se colocó en el confesionario para escuchar los pecados de la gente, que en ese tiempo debería de ser mayor que lo habitual. Lo cierto que se formo cola para hacerlo. 
   En determinado momento se puso ante la ventanilla María del Huerto y del otro lado Sor María corrió para tomar lugar.
   El cura le dijo:
—Dime María que es lo que quieres confesar.
   María del Huerto le dijo:
—Don Silvio debo confesarle algo que muy grande en mi corazón, pero que nunca se lo confesé. Reflexione que debo decirlo a raíz de su enfermedad que me da valor para decirlo.
—María abre tu corazón si lo deseas.
   María del Huerto lo sorprendió:
—Es que yo por usted, Silvio, quiero abrir mi corazón y mis piernas. Yo estoy enamorada de usted, Padre, y mi mente está atormentada por el pecado al que estoy condenada. Pero no me puedo arrepentir por mis sentimientos solo el no decírselo antes.
   El cura le trató de explicar:
—María, estás confundida. Yo tengo unos votos de castidad y no puedo romperlos. Sería un pecado. Y es un pecado tener esos pensamientos y debes arrepentirte.
   María quería explicarse:
—¿Un sentimiento no es más que un pensamiento? Púes yo tengo un sentimiento de quererlo Silvio, y sé que usted también tiene unos sentimientos hacía mí. Sé que me ha mirado como mujer a veces … una mujer sabe eso de los hombres.
—Sí lo hice; mal. Ahora la penitencia me la pones tú.¿Cuántos rosarios y avemarías debo rezar para que me perdones?
María del Huerto lo disculpo:
— Yo por mí; no rece nada. Debería poder casarse conmigo y a partir de allí tener votos de castidad. Pero sino, yo estoy dispuesta a hacer lo que me pida.
El cura decidió terminar diciéndole:
—Púes yo te absuelvo de todo pecado. Y reza un Padre Nuestro como penitencia.
   Sor María, al ver que tardaba en abrir  ventanilla del confesionario, acerco su oreja a está para tratar de oír que pasaba. Claro que no escucho nada porque el confesionario se construye insonorizado.
 La misa transcurrió sin ningún incidente, y no sintió ningún malestar. Pensaba mientras consagraba las hostias que tal vez fue las otras estaban en mal estado. O sino porque, los métodos ortodoxos de Sor María, le funcionaron. 
   Lo cierto era que ahora podía dar la misa, aún cuando tuvo que pasar el trance de la confesión de María del Huerto. Pero eso para él era una niñería por la que en otras veces había pasado y le quitaba importancia. Sabía que mujeres de todas las edades se enamoraban de los curas. Y antes, era más frecuente, por lo que debía poner voluntad de no caer en la tentación.
Continuará...

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