Maldición

Maldición
HORROR

martes, 26 de junio de 2012

034     Esa noche, Sor María golpeo con fuerza las puertas de la casa de Obispo en la centro de la gran ciudad. El Obispo la recibió a la ofuscada monja y la llevo a un despacho de urgencia que tenía para estos casos.
   Ella ni bien el se sentó, comenzó a hablar:
—Santidad, debemos pedir ayuda, el cura de ese pueblo está poseído de verdad. ¡Yo lo comprobé con mis propios ojos!
El Obispo trató que la monja se serene diciéndole:
—Tranquilícese Sor María, explíqueme lo que ha pasado con el cura Silvio.
    Ella le relató:
—Don Silvio comenzó con mis instrucciones de arrepentimiento contra sus pecados y todo parecía marchar bien hasta hoy. Pero esta noche actuó de forma muy distinta...Se trastorno, tiró mis cosas a la calle y me echo de su casa.
    El Obispo opinó:
—Eso no hace que esté poseído.
—Eso no. Pero yo lo seguí cuando él se encerró y  lo espié; por notarlo actuar muy raro. Vi entonces como se transformó en está mujer. Le creció el cabello y su cara cambio. Se transformo en la mujer de este cartel que me lo proporciono la policía porque tiene algo que ver con unas muertes.

   El Obispo le dijo:
— ¿No será que nuestro cura es un travestí y se colocó una peluca. Y usted interpretó mal?
— No. Yo he visto cuando se quitó la sotana, ¡unas tetas así de grandes!— La monja gesticulo.

El obispo le dijo:
—Puede ser efecto de que se hormona o de la comida que comemos que hay muchas mastitis. Yo mismo le confieso que tengo unas buenas tetillas.
Sor María se alteraba en su exposición:
— ¡Pero luego trato de matarme!  Y con una sola mano me elevo a medio metro del suelo mientras blasfemaba contra la iglesia... Mire en mi cuello que tengo las marcas.
   El Obispo miró los magullones y luego le dijo:
—El propio Silvio no sabía lo que le pasaba. Por lo que creó que usted tiene razón. Está poseído.  Por lo que haré una llamada a la  Santa Cede y plantearé que nos envíen un sacerdote exorcista. Es la única solución.
    Sor María se calmó.

   El esa misma noche, Silvia caminaba bajo la luna llena al costado de la ruta del pueblo. A poco un coche con jóvenes se le puso al lado y desde la ventanilla recibía  una invitación:
—Hola guapa. ¿Quieres venir de juerga con nosotros? Nos vamos de marcha a la feria y tenemos un lugar.¿Qué dices?
   Silvia los miró y sus ojos brillaron en la noche. Ya tenía comida.
Se subió dentro y les preguntó:
—Me alegro de conocerlos.¿Como se llaman ustedes? Yo soy Silvia.

  El que conducía le dijo:
—Yo soy Arturo. Y la pareja de amigos que me acompañan son; Luís y Mila. Y hoy vamos a divertirnos. No te preocupes por nada que le saque la tarjeta de crédito a mi padre;  y lo tenemos todo pago.
—¡Viva...!—grito el trío al unísono festejando la gracia.
   Desde lejos se veía la noria girando multicolor junto a el brillo de la luna. Arturo le hablaba:
—Hoy estamos de suerte , nos divertiremos los cuatro. Tenemos todo lo necesario y de todo lo que desearías, está en el portaequipaje pero eso para más tarde.
   Silvia le respondió:
—¿Como que cosas?
—Bebidas, alcohol, porros y más cosillas. Pero ahora no porque hay que conducir y hay que ser responsable.
La joven de atrás le replicó:
—No le hagas caso... Estos quieren ver que no haya controles en la carretera, sino ya estarían como cubas.
   El joven que la acompañaba le dijo:
—Y eso es responsabilidad. Pon más alto la música que se escucha.
   La música retumbo en la cabina del coche y todos bailaban en sus asientos. Silvia también.
   Aparcaron en la inmediaciones de la feria y entraron a recorrer atracciones entre toda la multitud. 
   Las luces y música llenaba todos los rincones.
  Al llegar al Túnel del Horror todos querían entrar a ver los monstruos que allí abrían. No sabían ,que uno de ellos los acompañaban.
  Sacaron ticket y pasaron los cuatro al recinto y tras caminar por los laberintos se encendían luces de golpe, sonaban gritos y gruñidos. Ellos se reían y se asuntaban a la vez. 
   Silvia se hacía protegerse tras Arturo, que se sintió muy hombre.

    Mila al notar la relación, tomó la mano de Luís y se lo llevó por otro camino para tener su propia fiesta.
  Así se quedaron solos en la penumbra del túnel y Silvia le tomó la cara a Arturo y le dijo:
—Nos dejaron solos tus amigos. Será porque se han ido a besarse, y en verdad que esto pone a una a mil. 
Arturo le dijo:
—Que suerte tengo. Porque tú estas como para hacer locuras aquí mismo.
Silvia le alentó:
—Hagámoslo. Yo no uso bragas. 
   Arturo no esperó mas y la beso con fuerza. Ambos estaban enredados en las sombras pero las luces se prendían y se apagaban en forma alterna. Y así Arturo no se dio cuenta que le robaban la vida hasta espirar.
   Luís escucho entonces un grito de auxilio de Silvia y soltó a Mila para volver por los laberintos del túnel. Y llegó hasta Silvia que estaba sola.
  El le preguntó:
—¿Que pasa chavala?
—Me perdí. No se donde se metió Arturo.
   Luís le quiso calmar ,y enseguida cayó bajo el sortilegio de los ojos de Silvia que lo miraba hipnotizándolo.
—No te preocupes. Seguro que está en la entrada. —dijo Luís, pero de repente vio al que estaba en un ataúd y se comenzó a reír.— Ja, ja,ja que bueno que está ese monstruo está parecido a Arturo. Tal vez se fue para que no lo carguemos.
   Silvia se puso delante de él y trató de centrar su atención:
—Si yo subí a coche fue porque me hablaste. Y no me interesa Arturo, eres a ti el que quiero comerme .Tú me atraes y yo ¿te gusto?
Luís se perdió en un instante:
— Yo por ti me muero. 
   Y ella se le tiró encima. Ambos terminaron en el suelo en ataque de lujuria que hizo de Luís un muñeco más. Y ella extrajo de él toda su vida.
   Mila al verlos tumbados se dio cuenta que su Luís ya era un espantapájaros por algo que la extraña le hizo. Y se horrorizó de verdad , así que huyó por los pasillos de la atracción. Silvia la perseguía como un viento rápido que se desplazaba hasta por las paredes del recinto. 
Luisa perdida de la salida no pudo evitar que la extraña se parara ante ella cortándole el paso. 
   Mila le  dijo:
—¿Que eres tú?
Silvia le dijo:
—Soy el amor de la vida. Hago sentir a los que me aman la eternidad, les hago sentir sensaciones intensas y ya no están solos. Siempre estarán conmigo. Tú también estarás conmigo. Te gustará.
   Los ojos de Silvia parecían con luz propia y Mila se sentía como un gato en la ruta, que aún viendo los faros del coche que lo viene a arroyar no puede hacer nada y se queda paralizado. Y Silvia la beso.
   Mila se consumió entre sus brazos.

Continuará...

   

viernes, 22 de junio de 2012

033      Una hora más tarde, el zombi trepaba las laderas de la montaña y se internaba en los Picos de Europa bajo la luz de la luna. Escalando descalzó y con su bata blanca parecía un fantasma que andaba en la penumbra entre los pinos. Pero allí también hay depredadores; y un lobo lo descubrió en su territorio y se le puso por delante gruñendo feroz.

   Pero Richard, era guiado por un instinto animal que no tenía razón, solo la de luchar, cazando al cazador. Y como rayos se encontraron en pelea de lucha de fuerzas salvajes. Y al final, el zombi mordió al lobo.
   El lobo cayó con Richard mordiéndole el cuello y bebiendo su sangre como si fuera una peluda bota de vino.  Y así el lobo espiró. Richard se levantó y siguió su camino, pero atrás le seguía un acompañante que ahora era su perro. El lobo.
   Ambos entraron en la cueva que era la guarida del lobo.
    Allí sería el refugio de dos bestias ahora pareja.
   A unos Kilómetros , en la ciudad, un camión aparcado abría sus puertas traseras unos centímetros ,y  detrás de ella, unos ojos atisbaban a los  pocos que pasaban por esa calle oscura. Y así, un hombre paseando su perrito, no se dio cuenta que algo lo acechaba, y eso fue su error. Las puertas se abrieron tras de él y un ser chupado saltó prendiéndose a su espalda.
   El hombre barbado no podía soltarse de la mochila humana que se le aferró. Y su perrito se soltó y huyó con el rabo entre sus piernas. 
  Un segundo después la sangre brotaba a salpicones de su cuello y caía hasta perecer en las fauces del que alguna vez fue un camionero. Luego de saciarse de beber, con una fuerza descomunal para aquel saco de huesos, lo metió en la caja del camión y cerró las puertas.
   Al perrito le volvió el valor y con todo su poder, ladro como una castañuela en la noche. Pero no era amenaza para ese ser chupado ,que aún sin pantalones se subió al camión y se llevó su camión.
    En el aeropuerto de la comarca, un avión aterrizaba en la pista. Gabriela lo mira desde tras los cristales de la sala de espera. Ella está contenta de recibir a su Maestro de Kung Fu, que viene  a ayudarles con el caso de los muertos que reviven.
    Ella sabe que su Maestro es sabio y que conoce métodos milenarios de lucha y de sanación del cuerpo y la mente. En China ejerce de médico con acupuntura y hierbas. También da consejos como monje del Tao y ceremonial religioso. Eso ella lo conocía, pero no sabía que supiera del caso que ella investiga. 
     Ella lo ve y lo recibe con un saludo especial ,que aprendió con él. El Maestro la saluda igual.
—Maestro Lo, ¿que tal el viaje?
—Gabriela, que gusto volver a verte... Viaje muy largo, pero yo contento por poder ayudar a mi alumna.
   Ella le invita a ir a la salida y juntos caminan mientras charlan. 
   El Maestro Lo le dice, con su mal castellano:
—Yo venir preparado para enfrentar a Bruja Jiang Shi. Si no detener, enseguida peligro de mucho contagio a todo el pueblo.
—¿Pero está seguro que se trata de ella?—dice Gabriela.
—OH. Seguro. En China yo pregunta a I Ching y decir que bruja escapar a España. Aquí ella mas fuerte aquí porque nadie parece conocer su poder.
   Gabriela le dijo:
—Le voy a presentar a mi compañero y jefe de policía. Nos espera en el coche para ir a su hotel a descansar.
Pero el Maestro Lo le dijo:
—Yo no cansado. Hoy noche de luna llena, todos los hijos de bruja ya levantarse a comer. No podemos perder tiempo.
   Así llegaron al coche y le presentó al Comisario Hernández que lo invitó a subir al coche y conduciendo le dijo:
—Me alegro de tenerlo aquí, Señor Lo. Gabriela me explicó que nos puede ayudar con este extraño caso. Y debo decirle que ella me convenció de que usted sabe de una forma persuasiva.
   El Maestro Lo era rápido mentalmente, y le dijo:
—Usted sabe algún arte marcial y probar con Gabriela.
   El Comisario se confesaba:
—Cierto. Y tiene una alumna buena.
   El Maestro Lo le dijo:
—Si luego querer probar conmigo, ningún problema. Yo siempre querer aprender de gente y colaborar.
   El Comisario sudo frío y le dijo:
—No se moleste Maestro. Todavía me duele el cuerpo de la lección de su alumna.
   Gabriela intervino:
—Corte el rollo Comisario que me pone en compromiso. Díganos mejor hacía donde nos lleva.
   El Comisario le contestó:
— Ha llamado el Dr. Martín, y tiene a los muertos golpeando los refrigeradores. Si no les importa, nos dirigiremos al Centro Forense a darle un vistazo.
   El Maestro Lo le dice:
—Bien. Tu llevarnos allí. Yo enseñar como poder vencer a hijos de la bruja.
   El comisario pregunta:
—¿Con una 45 no basta?
   El Maestro Lo, le contesta:
—¿Cómo matar lo muerto con armas sin alma? ¡No poder! Hay que usar poder de santo. Yo allí hacer demostración.
Continuará...

lunes, 18 de junio de 2012

032    Luego de la misa, cuando el atardecer entraba, un coche se detuvo delante de la Iglesia y pidieron hablar con el párroco. Eran el Comisario Hernández y la Inspectora Gabriela. Este le mostró al cura el dibujo de la mujer a la que estaban tratando de localizar diciéndole:                                                                                                                                                         
— Queremos saber si reconoce en este dibujo a alguna de sus feligreses, dado que es sospechosa de provocar la muerte de unas personas.

   Don Silvio les responde:
—Lo siento. No tenemos ninguna feligresa parecida a esté dibujo. Estoy seguro. Pero, ¿Qué ha hecho? ¿Ha provocado un accidente o es una asesina?
  Allí hablo Gabriela:
—No lo tenemos claro todavía. Por eso tenemos que localizarla. Le dejamos la imagen y atrás tiene el numero de teléfono para llamarnos si la ve.
  El cura le contesta:
—Claro. Si aparece por aquí, les llamo enseguida.
   Entonces Gabriela le dijo:
—Padre, respóndame a otra cosa, por favor. ¿Cree que los muertos vivientes como zombis o vampiros pueden existir?
  El cura le fue sincero:
—Si existen, en los cuentos, las novelas y películas más allá de esto solo supercherías de la gente para mí. ¿Pero que tiene que ver esto con está mujer?
Allí hablo el Comisario:
— Disculpe a la Inspectora, Señor Silvio. Ella es especialista en crímenes vinculado al satanismo y es lógico que haga preguntas extrañas cuando se le cruza un buen hombre como usted. Más si es un cura, peor.
Ambos hombres sonrieron en complicidad.  Y se despidieron.
   Más a en el portal le esperaba la monja, Sor María, que los detuvo y le preguntó:
—Perdónenme Señores Agentes, pero me gustaría saber que andan buscando. Nuestro párroco ha estado enfermo casi todo el mes y no se ha enterado mucho lo que paso a su alrededor. ¿Tal vez yo les pueda ayudar?

   El comisario le dijo a la inspectora:
—Inspectora entréguele un cartel a la señora, ¿que se llama?
—Soy Sor María, la ayudante y cuidadora del cura en estos momentos.
   Gabriela le entregó el cartel y le explicó:
—Buscamos a está mujer. Está implicada en la muerte de varias personas pero no está acusada de nada. Solo necesitamos localizarla.
   Sor María les dijo:
—No la he visto por acá, pero les avisaré si la veo.
   El comisario le dijo:
—Nos haría un favor. Pero; ¿que le pasa al párroco?
— Nada grave. Estrés común que tienen los curas por su dedicación al servicio de la comunidad, por eso hay que apoyar a la Iglesia en la declaración de la renta, marcando con una cruz en casilla correspondiente.
—Púes nos acordaremos de usted Sor María cuando lo hagamos. Adiós.
   Y la monja entró mientras guardaba entre sus prendas el cartel que le dieron.
   Los agentes se montaron en su coche y se marcharon.
   Gabriela comentó:
—Vaya mujer, parece un spot publicitario de la Iglesia.
   Henández le dijo:
—Cierto. Y también, que lo tiene controlado a su párroco como una maruja celosa, pero eso no nos importa. Nuestro objetivo es localizar a esa mujer. Y discúlpeme que le haya cortar el tema con el cura Don Silvio. Pero no podemos explicarle lo sucedido.
La Inspectora le dio la razón:
—Lo sé. Pero tenía curiosidad de una opinión sobre un enfoque de religioso local. Aunque tengo constancia de que a nivel más elevado de la curia, hay una división especial de curas exorcistas, que creen en manifestaciones extrañas del demonio.

   El Comisario le dijo:
—El Dr. Martín no se da por vencido. Cree que todo puede tener una explicación racional. Se ha puesto en contacto con centros de investigación física cuántica. Creé que puede haber una especie de virus eléctrico, una forma de vida eléctrica, que puede infectarse por los fluidos coorporales.
 Gabriela le contestó:
—Todo puede ser. Tal vez lo científico y lo religioso sean al final dos expresiones que se encuentren en algún punto del camino, con tal que el que lo sopese tenga la virtud de aceptarlo.
 Hernández se mostró de acuerdo:
—Puede ser. ¿Tu maestro te ha dicho cuando arriba?
—Pronto, pero antes debe prepararse para venir. Hay ritos que debe hacer para tener fuerza para enfrentarse a lo que el creé que hay aquí.
—¿Y tú le crees?
—Yo le respeto. No sé lo que él sabe, solo se que tenemos un problema y debemos fiarnos que nos pueda ayudar con el caso.
   El Comisario concluyo:
—Bien. Esperemos que sea como el dice. Y sigamos buscando a esa mujer misteriosa.
  Y siguieron por la carretera al próximo pueblo.

   La noche se cernía sobre la casa del cura y él se empezó a sentir extraño, se acerco a la ventana y vio que la luna llena se alzaba en el horizonte. Instantáneamente unas convulsiones internas le brotaron y sin darse cuenta del detalle lo seguía Sor María recriminándole del mucho tiempo que tardaba en confesionar a los paisanos, que no hizo mucho hincapié en pedir las limosnas, que no le dijo nada de la mujer que los agentes andan buscando, que se acercó mucho a las feligresas para dar la hostia.Y le decía:
— Creó que sus faltas requieren de un nuevo castigo. ¡Un nuevo arrepentimiento, Don Silvio, con el santo flagelo! ¡Gracias a Dios, que estoy aquí, sino sería la perdición de usted y de este pueblo de ovejas del Señor!


   Ya cansado se giro y se encontró con el látigo que le pasaba Sor María, y entonces se lo arrebato diciendo:
—Pero que cree, ¿Qué pegando al cuerpo se puede dejar de pensar? Usted está loca. Si quiere su santo flagelo, déselo usted misma y deje de romper a mí la paciencia…Así que ahora se va de mi casa. ¡Ya!
   Y tiró por la ventana el látigo.

Sor María pego un grito, se sorprendió pero reaccionó diciéndole:
—Yo no me voy. Usted está enfermo y yo lo voy a curar por el poder de la fe.
   Sin decir más, Silvio fue hasta la habitación de la monja y metió todo en su maleta y volvió con ella a la ventana, donde tiro por ella sus cosas.

   Ella seguía diciendo:
—Yo tengo el benéplacito del obispo y usted no querrá revelarse.
   Él se volvió a sentir mal y luego de arrojar la maleta salió corriendo para el baño y le repetía:
—Váyase ya de mi casa. Ahora.
   Y Don Silvio cerró la puerta.
   Sor María se decidió marchar, pero al llegar a la puerta volvió sobre sus pasos y fue hasta el baño para expiar por la cerradura. Lo que vio, la dejo pasmada, porque el cura se quitó la sotana y ella se santiguaba.

   Entonces, vio que se acercaba a la puerta y dio unos pasos para atrás. Al final se abrió la puerta y tras de ella apareció Silvia. Sor María alzo los brazos asustada al ver una mujer sin sostén allí.

 Y gritó Sor María:
—¿Quién eres tú mujer desvergonzada? ¡Satán muestra sus prostitutas!
Eso hizo que Silvia se moviera como un rayo y la tomó por el cuello levantándola por los aires con una sola mano mientras le decía:

—Prostituta eres tú Sor María. ¿Cuantas veces te has acostado con los que tú salvas con castigos? ¿Cuánto dinero has contado con esas viejas manos? Ahora estás vieja, que no sirves ni para ellos, ni para mí. Y por eso, hoy te salvas. ¡Fuera! Se ha dicho.
   Y una patada en el trasero la saco volando por la puerta y cayó afuera en medio de calle.


   En el centro forense, el Dr. Martín recibe una llamada de Hernández, mientras hacía sus pruebas. Y pregunta mientras inyecta a un ratón de laboratorio muerto, un extracto sacado de la cabeza decapitada.

—¿Cómo va la investigación? Recuerde que hoy es de vuelta noche de luna llena y efectivamente la cabeza comenzó a moverse y su cuerpo está dando golpes por salir del frigorífico.
El Comisario le dice:
—No hemos tenido resultado favorable. Nadie parece haberla visto, pero seguiremos buscando si es necesario toda la noche… ¿Usted tiene alguna novedad?
—Estoy probando si está enfermedad se trasmite por los fluidos corporales, y si pueden reactivar un cuerpo ya muerto.
   En ese momento, la rata comenzó a moverse. Y en el frigorífico se abría por los golpes una puerta. De ella salía de su encierro el colega asesinado del doctor, que se levanto de la muerte por acción de la luna llena.

   El zombi salió por las puertas hacía la calle y se dirigió hacía las afuera de la ciudad caminando por el camino que lleva a una zona de montañas que quedan muy cerca de la ciudad.
    Él Dr. Martín miró como la rata cambio el brillo de sus ojos y levantaba sus patitas como queriendo salir de su encierro. En ese momento, se dio cuenta del error que cometió. No aseguró las puertas y el cadáver de Richard estaba en la otra sala. Tal vez, volvía a la vida como está rata, y allí se sobresaltó y soltó todo lo que tenía entremanos.

   Salió corriendo para la zona de refrigeración, pero ya era tarde. Richard se escapó.
Continuará…

lunes, 11 de junio de 2012


031   Esa misma tarde, la Inspectora Gabriela marcaba el numero de su maestro de Hong Kong para hablar con él:
—Maestro Lo, me alegro de hablar contigo. Deseo preguntarle que opina sobre unas muertes extrañas que tenemos aquí … Han aparecido unos cuerpos jóvenes como si fueran viejos. Estaban secos como uvas pasas … luego uno revivir y matar a un Doctor.¿Qué puede ser?
   El Maestro Lo, sorprendido en su templo del Tao le contestaba:
—Decidme. Ocurrir en noche de luna llena.
  Ella solicita por responder:
—Si.
  La voz del Maestro cambio y hablo en su mal castellano:
—Oh, eso muy malo. Yo piensa que poder ser bruja Jing Shi, ahora mover en España. Espíritu malo poder cruzar fronteras sin problema.
—La pregunta sería, ¿cómo sabe que es una bruja y no un brujo? Y ¿Cómo se podría capturarle?
El Maestro Lo le contestó:
—Porque en tradición siempre hablar de bruja. Hay historia de espíritu mujer que busca vida eterna por chí (energía) de otros. ¿Cómo capturar? Muy difícil para hombre normal. Debe ser con técnica de santo. Sino, no poder. Bruja tener mucho poder … Monje taoista conocer técnica.
Gabriela un poco desconcertada le preguntó:
—Sí. ¿Pero yo como conseguir un Monje Taoista por aquí?
   El Maestro le contestó :
— No preocupar. Yo ir en unos días para ayudar. Si no ganar, peligro en infección a todo el mundo.
   Ella quedó contenta por recibir su ayuda.
      Al día siguiente, Hernández y Gabriela se dieron cita en el gimnasio interno de la comisaría, donde se entrenaban los agentes. Allí había una zona en la que había, un tatami, una zona adaptada para las artes marciales . Ambos se encontraron vestidos con sus kimonos de prácticas.
   El Comisario le dijo:
—No se si es buena idea un combate entre nosotros. Creó que no quiero estropear su rostro con moretones, Inspectora.
   Ella le dijo:
—No alarde más Comisario. Y comencemos.
   Ambos se ubicaron en el centro del tatami y se saludaron:
   Luego se movieron con sus guardias en alto. Se observaban y estaban atentos a su rival listos para reaccionar. Luego de unos segundos, el comisario arroja un puño que es bloqueado y luego él sigue con una patada. Gabriela se mueve como una gacela y logra tomar su pierna.
   Al instante introduce su pierna tras la de Hernández y con un desplazamiento este vuela por el aire sin saber que le han hecho.
     Pero Gabriela no deja que el caiga cuando ella misma se deja caer tras Hernández , cayendo sobre su abdomen con su coda. Hernández quedó sin respiración y con desconcierto total.
   Gabriela se levantó rápidamente y esperó que Hernández recuperara el aliento para extenderle la mano y ayudarlo a ponerse en pie. Y le dijo:
—Prefiero, dejar esto y que vayamos a comer algo, Comisario.
   El Comisario se prendió de su mano y le dijo:
—A mi me has quitado el apetito, pero igual te invitó … Para mi basta de práctica por hoy.
   En el pueblo de Don Silvio se llamaba a misa luego  de tres semanas en la que no se había oficiado misa .No se pudo traer a otro sacerdote para que haga los oficios  porque hoy día hay falta de vocaciones  de sacerdocio. Por lo que Don Silvio quería a toda costa ponerse ante sus fieles. 
    Antes de empezar la misa se colocó en el confesionario para escuchar los pecados de la gente, que en ese tiempo debería de ser mayor que lo habitual. Lo cierto que se formo cola para hacerlo. 
   En determinado momento se puso ante la ventanilla María del Huerto y del otro lado Sor María corrió para tomar lugar.
   El cura le dijo:
—Dime María que es lo que quieres confesar.
   María del Huerto le dijo:
—Don Silvio debo confesarle algo que muy grande en mi corazón, pero que nunca se lo confesé. Reflexione que debo decirlo a raíz de su enfermedad que me da valor para decirlo.
—María abre tu corazón si lo deseas.
   María del Huerto lo sorprendió:
—Es que yo por usted, Silvio, quiero abrir mi corazón y mis piernas. Yo estoy enamorada de usted, Padre, y mi mente está atormentada por el pecado al que estoy condenada. Pero no me puedo arrepentir por mis sentimientos solo el no decírselo antes.
   El cura le trató de explicar:
—María, estás confundida. Yo tengo unos votos de castidad y no puedo romperlos. Sería un pecado. Y es un pecado tener esos pensamientos y debes arrepentirte.
   María quería explicarse:
—¿Un sentimiento no es más que un pensamiento? Púes yo tengo un sentimiento de quererlo Silvio, y sé que usted también tiene unos sentimientos hacía mí. Sé que me ha mirado como mujer a veces … una mujer sabe eso de los hombres.
—Sí lo hice; mal. Ahora la penitencia me la pones tú.¿Cuántos rosarios y avemarías debo rezar para que me perdones?
María del Huerto lo disculpo:
— Yo por mí; no rece nada. Debería poder casarse conmigo y a partir de allí tener votos de castidad. Pero sino, yo estoy dispuesta a hacer lo que me pida.
El cura decidió terminar diciéndole:
—Púes yo te absuelvo de todo pecado. Y reza un Padre Nuestro como penitencia.
   Sor María, al ver que tardaba en abrir  ventanilla del confesionario, acerco su oreja a está para tratar de oír que pasaba. Claro que no escucho nada porque el confesionario se construye insonorizado.
 La misa transcurrió sin ningún incidente, y no sintió ningún malestar. Pensaba mientras consagraba las hostias que tal vez fue las otras estaban en mal estado. O sino porque, los métodos ortodoxos de Sor María, le funcionaron. 
   Lo cierto era que ahora podía dar la misa, aún cuando tuvo que pasar el trance de la confesión de María del Huerto. Pero eso para él era una niñería por la que en otras veces había pasado y le quitaba importancia. Sabía que mujeres de todas las edades se enamoraban de los curas. Y antes, era más frecuente, por lo que debía poner voluntad de no caer en la tentación.
Continuará...

lunes, 4 de junio de 2012


030 Don Silvio se recuperó de las heridas en su espalda e increíblemente te sentía como nuevo. El remedio de Sor María parecía funcionar. No veía la hora de volver al púlpito para celebrar la misa, así que tomo las llaves y fue a revisar  la iglesia que por más de una semana no se abrió.
    Fue al pulpito, reviso el sagrario con las hostias y  sintió un mal olor al contenido del copón. Le dio un lengüetazo a una hostia y sabía mal. Supuso que estaban en descomposición y decidió deshacerse de todas las hostias en mal estado.
—Huagg , sabe a demonios … Esto se ha podrido.
   Y las tiró todas al cubo. No quería correr riesgos para con sus feligreses de que estuviera todo contaminado o en mal estado.
  
  Luego, busco una caja con hostias sin consagrar y las repuso en el copón. 

   Luego fue hasta la pila del agua bendita y se dio cuenta que está también olía mal, por lo que busco reemplazarlo. Traspasó con un cucharón toda el agua a un balde y luego  fue a descargarlo.
   Aprovecho en su viaje para traer una radio para acompañar su trabajo y la dejo encendida.
   De pronto la música sonó en la iglesia y  Don Silvio sintió que le gustaba. 
   Sin que nadie lo molestará comenzó a marcar su ritmo y al segundo se puso a bailar como nunca se permitió hacerlo.
  Su faena termino al entrar Sor María y verlo bailando alegremente como ella no se podía imaginar. Allí ella pegó un gritó de reprobación como del peor sacrilegio posible.
   Se acercó a Don Silvio diciendo:
—¿Cómo se va a estar meneando como un adorador de Diablo en el templo de Dios? Usted es un representante de la Santa Iglesia. ¡Compórtese!
  Don Silvio en un principio intentó justificarse:
—Hermana no se ponga así. La danza es una expresión de la vida.
  Ella sin dudarlo:
—Para usted, no. Usted tiene votos de renuncia a está vida para llegar a la resurrección cuando llegue el Salvador. A pecado de vuelta. Ya sabe lo que debe hacer. La santa flagelación lo limpiará de pecados.
  Don Silvio preguntó:
—¿Otra vez …?
  Sor María se limito a decir:
— Ya.
  Y Don Silvio volvió a ir a su cuarto de rezos a empuñar el látigo.
  En esos instantes, en la ruta sobre el coche, se producía una conversación entre el Comisario Hernández y la Inspectora Gabriela sobre el caso, diciendo ella:
—Este caso roza lo paranormal. Investigue muchos casos pero nunca como este. Solo oí algo parecido de mi maestro de Kung fu, un monje taoista, que me contó una historia de unos demonios que en china roban la energía.  Los llaman Jiang Shi. Claro que yo lo tomé como una leyenda sin darle importancia. 
    El Comisario Hernández dijo:
—¿Tienes forma de averiguar más sobre esto?
—Claro. Puedo llamar por teléfono a mi maestro.
—Púes hazlo … Sabes, no te imagino usando Arte Marcial a una mujer como tú.
—¿Y tú sabes algo de las Artes Marciales?
—Claro. Soy cinto negro en Karate y Teakwondo. Son instrucciones básicas que dan en las academia de policía. Yo practique las dos para aumentar mi puntaje.
   Ella le dijo:
—Yo aprobé el examen pasando por kumite; y me dieron los puntos. 
   El Comisario se respondía minimizando:
—Me parece que te tocó una flacucha en tu examen de lucha. 
   Gabriela sonrió ante la actitud machista del Comisario Hernández y le dijo:
—No, pelee con hombres. Si no se convence, podemos hacer un entrenamiento en conjunto.
   El Comisario sonrió pero no se tiró atrás:
—Esta tarde en el gimnasio de la comisaría. Me dolerá hacerte daño.
   Ella tambien sonrió y dijó:
—A mí también a usted, Señor Comisario.
Continuará …